SOUNDPACKING (original esp)

*Alondra común (Alauda arvensis)

ESPENG

Seis de la mañana. Desde mi tienda de campaña siento como las dos ocupantes de la tienda de al lado empiezan a prepararse para sus grabaciones al amanecer. Son Úrsula Bravo y Emily Hesler, sound recordists voluntarias para Quiet Parks International, una organización sin ánimo de lucro con sede en Los Ángeles creada para concienciar sobre la importancia del silencio natural y trabajar en su conservación.

Aún en la oscuridad de esa mañana de Mayo, Emily y Úrsula salen poco a poco de su tienda de campaña, cubierta por una capa de hielo, algo típico en las primaveras en los Montes Universales, y se disponen a distribuir sus equipos de grabación a lo largo y ancho de la inmensa pradera en la que nos encontramos.

CÓMO EMPEZÓ TODO

Cuando el año pasado publiqué mi artículo sobre el Silencio, descubrí el trabajo de Quiet Parks International. Inmediatamente me sentí conectado con su propósito. Seguí investigando, y así llegué a One square inch of silence, libro escrito por su co-fundador, Gordon Hempton, en el que el autor recorre EEUU en su furgoneta, Vee-Dub, cargado con sus equipos de grabación y sonómetro en busca de los lugares menos contaminados acústicamente y a la vez los más amenazados.

A medida que avanzaba en su viaje, me daba cuenta de que los estrictos criterios que él marcaba para identificar los últimos reductos de silencio en el país norteamericano, eran más que posibles en el entorno de Montañas Vacías: Para él, la medida más valiosa para determinar la calidad acústica de un lugar es el intervalo de tiempo transcurrido entre intrusiones de ruido de origen humano. En su experiencia, silencios de más de 15 minutos eran extremadamente poco habituales en EEUU, y prácticamente imposibles en Europa, excepto algunas regiones al norte de Finlandia y Noruega.

Yo estaba convencido de que había una zona más, una enorme, algo más al sur.

Tanto el libro de Gordon Hempton como el material que iba descubriendo en la web de Quiet Parks (QPI en adelante) estaban abriendo una nueva dimensión en mi camino hacia la protección del silencio en nuestro territorio. Incluso me lancé a comprar una pequeña grabadora con la que dar mis primeros pasos en la grabación de paisajes sonoros, una disciplina preciosa que me recuerda de forma muy clara a mis primeros pasos en la fotografía.

(Algunas de mis grabaciones en mi perfil de Soundcloud)

A las pocas semanas sentí la necesidad de ponerme en contacto con QPI, aunque solo fuera para agradecer ese soplo de inspiración, ese paso adelante en mi sensibilidad hacia ese gran recurso que yo consideraba tan infravalorado y descuidado en mi zona. Siempre desde la consciencia de mi pequeño tamaño y del formato de mi proyecto, ya que ni soy el gestor de un Parque Natural, ni una potente administración, solo un loco con locas ideas en su cabeza.

Aquel mensaje de agradecimiento desencadenó unos primeros contactos por correo electrónico y unas cuantas videollamadas con Vikram Chauhan (co-fundador de QPI junto al ya mencionado Gordon Hempton), así como con Nick McMahan, Director de Quiet Trails, división de QPI para recorridos silenciosos. Fue un proceso muy motivador en el que intercambiamos ideas, filosofías, aprendizajes, y en el que pude compartir mis ideas sobre la realidad demográfica del interior español, su orografía, su valor medioambiental, pero sobre todo la calidad de sus paisajes sonoros. Precisamente esa ausencia de contaminación acústica es uno de los highlights más valorados por los viajeros al terminar MontañasVacías. Sin ninguna duda era algo que merecía la pena proteger.

«SOUNDPACKING»

Para proteger un recurso es necesario ponerlo en valor, y para ponerlo en valor es necesario conocerlo en profundidad. QPI me ofreció la mejor forma de avanzar en ese proceso de conocimiento: pedalear unos días con dos auténticas expertas de las ondas visitando algunos de los lugares más emblemáticos de MV.

ellas

Emily Hesler es sound recordist voluntaria para QPI y representante de la asociación en el estado de Nueva York. Actualmente vive en Uppsala, Suecia. Trabaja en MachineGames como diseñadora y es freelance como sound recordist de naturaleza, diseñadora de audio espacial y compositora.

Úrsula Bravo es música experimental y performer sonora, dedicada al estudio de los paisajes sonoros. Colabora con el Grupo de Biodiversidad de las Azores y está desarrollando un laboratorio sonoro experimental para analizar paisajes sonoros y aumentar nuestra conciencia sobre la tierra y otras especies.

Durante cuatro días en modo bikepacking pedaleamos por varios tramos del recorrido para hacernos una idea de la dimensión real del valor acústico de estos paisajes. En los siguientes párrafos, Nick McMahan, director de Quiet Trails, comparte su punto de vista sobre el propósito y razón de ser de estos viajes acústicos:

«Los voluntarios de Quiet Park son un eslabón esencial para compartir el conocimiento y experiencia sobre el silencio. Representan la búsqueda de la quietud y la reflexión en sus viajes sonoros. Con este tipo de viajes se pretende determinar el valor de la experiencia del viajero. Ser capaces de preguntarnos: «¿Nos sentimos en completo silencio en algún punto de este recorrido? Los momentos más críticos de la observación son las mañanas y las noches, pero la escucha y las pruebas a lo largo del día son necesarias para conocer el panorama sonoro completo del lugar.

La calidad del sonido en un entorno natural es el mayor indicador de su salud ecológica. Para tener una observación significativa de la acústica ecológica hay que hacer recorrer el lugar en un viaje de experiencia y contraste. Para mí es tan importante el viaje interior como el exterior. Consiste en una búsqueda de la tranquilidad y la soledad, pero también una experiencia compartida, que permita que el espacio del lugar acerque a las personas entre sí, pero también a ellas mismas.

Realizar grabaciones acústicas en estos lugares es una experiencia técnica gratificante, no muy diferente a la fotografía u otras formas de arte en la naturaleza. ¿Qué aporta el arte al creador? ¿Qué nos dice esa muestra artística sobre el lugar en el que se realiza? Espero que este tipo de recorridos lleven a la gente a hacerse preguntas sobre nuestra relación con la tierra y a reflexionar sobre la importancia de la comunión interior y exterior que podemos experimentar en la vida».


Se trata de viajes estructurados y metódicos que siguen un procedimiento general. En palabras de Emily Hesler, consiste en grabar durante un par de horas al amanecer y al atardecer en cada punto de acampada, tomando nota de las perturbaciones que se producen: cuál ha sido la perturbación, el nivel en decibelios, durante cuánto tiempo se ha observado y hasta qué punto ha perturbado la experiencia en general. También se registran los puntos singulares del sendero, como los lugares donde las aves están especialmente activas y su canto es particularmente perceptible.

LOS RESULTADOS

A continuación, Emily y Úrsula nos comparten sus impresiones después de recorrer y sentir algunos de los caminos de MontañasVacías:

EMILY HESLER

«La experiencia en general fue visual y auditivamente muy serena, pacífica y casi de otro mundo. Me sentí muy separada de todo lo demás, sobre todo teniendo en cuenta que a la mayoría de estas zonas sólo se podía acceder en bicicleta.

También fue toda una experiencia acampar en un pueblo abandonado. Me permitió contemplar la tranquilidad desde una perspectiva diferente, imaginando cómo ese pueblo podría haber estado ocupado y bullicioso hace sólo cincuenta años, o incluso menos. Me quedé con ganas de explorar más lugares así, de ver cómo la naturaleza y la tranquilidad han recuperado las zonas en las que una vez se asentaron los humanos. Tener de vez en cuando breves periodos con más ruidos molestos me hizo apreciar más los tramos tranquilos y me ayudó a apreciar lo silenciosos y serenos que eran.»

Algunas de las grabaciones de Emily:

ÚRSULA BRAVO

«A través de observaciones visuales del territorio, fue posible identificar puntos de escucha interesantes, donde descubrimos que las propiedades acústicas de la geomorfología de la “España Vacía” nos ofrecen un auditorio natural esencial.

Poder experimentar la riqueza de un espacio natural desde cada punto de escucha que Ernesto nos seleccionaba de sus rutas, nos declaraba constantemente que estábamos explorando un territorio hi-fi, de alta fidelidad, que presenta una espacialidad marcada por la composición orográfica. En este entorno podíamos escuchar sonidos lejanos a nosotros, a pesar de la presencia de otros en primer plano. Cada sonido era claramente distinguible, porque cada acontecimiento acústico sigue su propio ciclo sonido/silencio (a cada emisión sonora le sigue una pausa), se establecía un diálogo con el entorno físico. Por tanto, puede decirse que cada sonido tiene su propia ritmicidad y puede habitar su propio nicho sonoro.  Un espacio sano y respetuoso, donde todas las especies tienen su espacio para comunicarse. En los territorios de baja fidelidad, la expectativa de sentir la gran orquesta natural desaparece cuando se produce el enmascaramiento, los altos decibelios provocan el rechazo masivo de mamíferos, pájaros, insectos… se esconden de nosotros. Otra característica del paisaje de la alta fidelidad es que está compuesto en gran parte por sonidos de baja intensidad, cuyos decibelios están en un umbral agradable para el sistema nervioso.

Del mismo modo que buscamos las mejores condiciones visuales para disfrutar de un buen atardecer o amanecer, estos ejercicios, este sello de calidad, nos dará la oportunidad de recordar viejas formas de relacionarnos con los entornos naturales, de ser más honestos con nuestras necesidades empatizando con las de otras especies, y de poder tomar decisiones colectivas para cuidar mejor los territorios ofreciendo el ecoturismo como vía regenerativa. ‘Quiet is the new cool'».

Algunas de las grabaciones de Úrsula:

MIS APRENDIZAJES

Poder contar con personas con semejante experiencia a nivel internacional a lo largo de este proceso me ha permitido descubrir distintos puntos de vista, conocer experiencias en otros lugares, y aprender de otros proyectos. Os resumo aquí algunos de mis aprendizajes en diferentes ámbitos: 

Santuarios

En unas vidas saturadas de prisas, estrés y aglomeraciones, contar con entornos y experiencias en las que se proteja el silencio natural tiene una enorme importancia. Sus efectos positivos en la salud física y mental están fuera de toda duda. Como Hempton menciona en su libro, pueden ser considerados auténticos «santuarios de silencio”. 

Para muchos, MV ha supuesto una experiencia más allá del viaje, más allá de lo meramente ciclista, considerándolo más bien un espacio de retiro, de reconexión, de completa comunión entre el visitante y el territorio a través de sus paisajes y pobladores, en el que el silencio y la soledad son sus valores más destacados. Un viaje interior cuyo concepto ha sido modelado por las propias vivencias de los viajeros a lo largo de estos últimos años.

Además, avanzar en los cuidados de estos santuarios naturales también es la mejor forma de preservar su vida salvaje, conservar sus hábitats y una gran oportunidad para sus habitantes.

CONCIENCIACIÓN

Por ello se hace necesario aprender que hemos de cuidar ese patrimonio acústico de igual forma que protegemos el patrimonio arquitectónico o medioambiental, y hemos de ser capaces de identificar sus amenazas igual que sabemos identificar las que atentan por ejemplo contra los tesoros patrimoniales de nuestros pueblos, o el valor ecológico de nuestros bosques.

Por que quizás todos identificamos el daño producido por una pintada en un edificio histórico, o la basura abandonada en un bosque, pero aún hemos de avanzar en la percepción del daño real de, por ejemplo, permitir música demasiado alta en ciertos entornos naturales.

AdministraCIÓN

Necesitamos administraciones valientes en este aspecto. Han de entender el silencio y su conservación como un recurso para nuestros pueblos, una seña de identidad. Pero también como una oportunidad de futuro. 

Algunas medidas sencillas a este respecto podrían ser:

  • Avanzar en la creación de vías no motorizadas que permitan a caminantes, viajeros a caballo o ciclistas una experiencia silenciosa, protegiendo ciertos lugares de un turismo masificado, disminuyendo además el riesgo de incendios forestales. Obviamente deberá ser regulado adecuadamente para permitir el paso a vehículos autorizados, profesionales, guardas, etc. En mi reciente viaje por Escocia e Inglaterra he pedaleado cientos de kilómetros por pistas sin asfaltar de este estilo y la opinión que he percibido en los pueblos es totalmente positiva.
  • Otra medida sencilla sería no llegar al “sobre-asfaltado” de pistas forestales con una elevada riqueza natural. Son varias las pistas recién asfaltadas o en proyecto de asfaltado que hacen demasiado accesibles algunos lugares de un elevado valor, sin una función clara de comunicación o de enlace de localidades. Más aún cuando existen pueblos cercanos con accesos en penosas condiciones donde ese asfalto sería bienvenido.
  • Campañas de concienciación. Solo se ama lo que se conoce, y a día de hoy, hay un largo camino por recorrer a la hora reconocer el silencio natural como un recurso en peligro de extinción. No sería muy complejo incorporar mensajes sobre el respeto acústico a otros mensajes de concienciación ya existentes, como por ejemplo, los relacionados con prevención de incendios, espacios libres de basura, o respeto a la fauna y flora.
  • Vigilancia y control. Se deben dar pasos adelante a la hora de controlar actividades que atenten contra este recurso, como música demasiado alta en entornos naturales o en horas intempestivas. Y si en algún lugar ya existen esas normas, dar un impulso para su cumplimiento. 
  • Mejores decisiones. Tener en cuenta uno de tus recursos más valiosos y a la vez más en peligro puede ser la mejor herramienta para la toma de decisiones sobre nuevas infraestructuras, proyectos, despliegues, etc.

EL PERFIL DE VISITANTE

Poner en valor nuestra riqueza acústica es una herramienta que también permite modelar en cierto modo el perfil de visitante, algo realmente interesante para nuestros pueblos y entornos naturales. Permite poner un mayor énfasis en la calidad que en la cantidad. El número de visitantes no importa, importa el impacto positivo en el territorio. A menudo leemos titulares sobre el número de visitantes a algunos entornos naturales, pero realmente no se suele hablar sobre si es realmente lo que la conservación de ese lugar necesita, ni tampoco sobre el impacto económico real en los pueblos de esa zona.

Un perfil de visitante más especializado y consciente es menos estacional, más distribuido a lo largo del año, pero también más repartido en el territorio, llevando visitantes fuera de los “honeypots” habituales. Prueba de ello han sido los últimos cinco años con la llegada de bikepackers de todo el mundo durante buena parte del año, incluso en temporada baja, visitando lugares a los que no llegaba habitualmente el turismo convencional.

Está claro que el proceso de concienciación para preservar el silencio en nuestros entornos naturales puede ser muy complejo, que generar nuevas inercias y hábitos en la sociedad puede llegar a ser frustrante, que conseguir la acción por parte de las Administraciones no es fácil y mucho menos rápido, pero por eso es importante que todos aportemos nuestro granito de arena en la divulgación y difusión de estos valores. Que seamos el cambio que queremos ver en el mundo. Solo aumentando la con(s)ciencia social sobre la importancia del silencio natural conseguiremos aumentar las opciones de que se den pasos en su protección en el medio plazo.

AMANECER

Mientras mis compañeras de «expedición acústica» tomaban sus últimas grabaciones con los primeros rayos de sol, yo aproveché para hacer alguna foto, cacharrear un poco con mi grabadora (de juguete comparada con sus equipos), y extender las tiendas de campaña para que se secaran al sol. Cuando regresaron, no podía esconder mis nervios por conocer sus impresiones sobre lo que habían grabado. Cada desayuno era una auténtica master class para mí.

Gracias a ellas he hecho mía la frase: “The more you listen, the more you hear”. Del mismo modo que cuando aprendí fotografía comencé a mirar en lugar de ver, a medida que presto más atención a lo que escucho, más información oigo. Me doy cuenta de que ahora soy mucho más sensible a detalles sonoros que antes pasaban desapercibidos: empiezo a notar distintos matices en el viento al pasar por diferentes tipos de árboles, me fijo más en los cantos de los pájaros, o enseguida me percato de ese lejano avión o motorista que hasta ahora era imperceptible.

Durante el desayuno, Emily, Úrsula y yo estábamos de acuerdo. Había sido uno de los amaneceres más bonitos de nuestras vidas. Por el entorno, la calidez de la luz, por la soledad, sí, pero también por eso en lo que casi nunca nos fijamos, ese actor secundario, hasta ahora: el paisaje sonoro. Démosle el valor que tiene y protejámoslo antes de que sea demasiado tarde y estos últimos santuarios de silencio desaparezcan por completo.

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*Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos)